El pasado glorioso de Constantinopla
La actual ciudad de Estambul tiene un pasado, cuanto menos, glorioso. Fundada en el siglo IV por el emperador Constantino para conmemorar su victoria sobre Licinio (su enemigo en las aspiraciones al trono) fue la maravillosa capital del Imperio Romano de Oriente, también denominado Imperio bizantino, y fue capaz de resistir las ofensivas de los bárbaros manteniendo en este sentido tras sus murallas el legado de Roma durante mil años.
Tras los muros, lo cierto es que la vida tampoco resultaba nada fácil. La gran cantidad de intrigas, conspiraciones y motines estaba a la orden del día en la gran ciudad la cual, en su época de mayor auge (siglos X y XI) era, junto a Córdoba, la más populosa de todo el Mundo Romano y, también uno de los centros económicos más importantes de todo el Mediterráneo ya que por sus “manos” pasaba la producción del cereal egipcio y anatolio.
Por lo que respecta a la cultura y a las creencias que imperaban en el territorio, durante los siglos IV y V fueron prohibidos tanto el culto como las prácticas y las instituciones consideradas ya como “paganas”. No obstante, perviven algunas bibliotecas y escuelas que mantienen el saber griego.
En realidad, a lo largo de toda la Edad Media Costantinopla fue escenario de un sinfín de disputas (bien de carácter político o bien religioso) que crearon un ambiente de intriga y de tensión difícil de disuadir. Las calles y los palacios pronto se tiñeron de sangre lo que, junto a los continuos ataques de los turcos otomanos, no tardó en acelerar la decadencia de la fabulosa capital.
A este respecto lo cierto es que justo antes de su caída, que tendría lugar en el año 1453 a manos del sultán Mehmed II, Constantinopla era una ciudad totalmente arruinada y prácticamente despoblada.
Publicado en: Edad Media Baja
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