La Ruta de la Seda
Una de las rutas más famosas de la Antigüedad, y de todos los tiempos, es sin lugar a dudas la Ruta de la Seda. Fuente y principio para numerosas novelas, películas y un sinfín de aventuras románticas tenía como su base fundamental, precisamente, esa preciosa mercancía que era, a su vez, la más prestigiosa de aquel tiempo (estuvo vigente desde el siglo III antes de Cristo hasta el siglo XVI de nuestra era).
En origen, la Ruta de la Seda estaba conformada por un cúmulo de diferentes rutas comerciales que unían Asia y Europa y que se extendían desde la actual Xian (en China) hasta los reinos hispánicos, pasando por lugares como Siria, Turkmenistán, Irán, Irak o Constantinopla.
La magia la envolvió desde sus inicios más remotos ya que el proceso de elaboración de la seda era algo que sólo conocían los chinos. Quizá por todas estas razones, el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen le dio tal nombre en el año 1877, cuando publicó su libro “Viejas y nuevas aproximaciones a la Ruta de la Seda”.
Los romanos fueron grandes aficionados a este maravilloso tejido pero, no obstante, la ruta estaba plagada de otra serie de productos como lana, lino, ámbar, vidrio, coral, piedras y metales preciosos.
Para el transporte de todo ello era muy habitual el uso de animales, sobre todo del camello y del elefante. En la actualidad, y a raíz de ciertos descubrimientos, se está contemplando la posibilidad de que existiese una ruta marítima de la seda que incluso podría ser unos doscientos años anterior a la terrestre.
Considerada como uno de los grandes logros de la Humanidad, se cree que fue impulsada por el diplomático chino Chzan Tsan y su importancia radicaba no sólo en el intercambio de artículos sino también, y quizá sea más importante, en el de cultura y pensamiento al poner en contacto a personas de diferentes países y con modos distintos de entender la vida.
Foto Vía: Mundo Geo
Publicado en: Edad Antigua
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