La muerte de Julio César: el idus de Marzo

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Si hay una figura universal que represente la grandeza del antiguo Imperio Romano, esa es la de Julio César. Su historia y su caída fue, un símbolo de la propia Roma, grande y orgullosa pero con un triste final avenido por las conjuras y los conflictos internos.

Roma llegaba de una época cruenta y convulsa, la de las dictaduras militares de Mario y Sila. Precisamente sobrino del primero de ellos era un joven de temperamento firme y una inteligencia fuera de lo común cuyo nombre pasó a la Historia como Cayo Julio César. Fue su juventud la que le hizo escapar de las amargas listas de proscritos que redactó Sila. Aún así, marchó a temprana edad a Rodas para instruirse y adquirir los conocimientos de retórica que tanto le valieron posteriormente. En uno de aquellos viajes a Rodas comenzó a demostrar esa fortaleza que le caracterizaba cuando, siendo secuestrado por unos piratas, pagó él mismo el rescate que le pedían para acto seguido armas unas galeras con su propio dinero y salir en persecución de los mismos. Tras atraparlos, a algunos los ahorcó y reservó a otros para venderlos como esclavos y así recuperar el dinero del botín.

Fueron casi diez años en los que César adquirió vastos conocimientos que le sirvieron para progresar en la sociedad romana adquiriendo los cargos de cuéstor, juez, pontífice máximo, prétor y proprétor antes de regresar a Roma y formar un primer triunvirato con Craso y Pompeyo. El reparto del gobierno de Roma lo llevaría a hacerse cargo de la Galia Cisalpina (la que se encontraba entre los Alpes y los Apeninos) y poco después, gracias a su ambición, a la Galia Transalpina, donde lograría sus mayores éxitos militares.

Gracias a él, Roma se expandió por toda la Galia, enfrentándose incluso a los bretones, y aseguró las fronteras con la Germania, evitando las pasadas invasiones teutonas.

Durante ese tiempo, en la Galia su fama se extendió llegando hasta la propia Roma. Era su imagen la de un gobernante firme pero compasivo, inteligente y al mismo tiempo condescendiente con las tradiciones locales. Sólo el cobro de impuesto le acarreó ciertos problemas y el enfrentamiento con el que fuera su mayor rival en tierras gala, Vercingetórix al que no obstante derrotó en Alessia.

Militar, política y socialmente Julio César era muy bien visto, pues el esfuerzo civilizador que hacía traspasaba las fronteras romanas engrandeciendo así al Imperio.

Sin embargo, al mismo tiempo que admiración, en el seno de Roma iba creciendo el temor a un hombre cada vez más seguido por las masas y pronto se comenzó a plantear la terrible pregunta sobre lo que haría una vez volviera a Roma.

El año 52 a.C. tras la muerte de Craso, César fue nombrado Cónsul único de Roma y trasladó todas sus legiones romanas a un punto muy cercano a las fronteras con Roma. En el 49 a.C. fue conminado a deponer sus tropas y a acudir al Senado, otorgándosele el mando militar a Pompeyo. «Alea iacta est» (la suerte está echada) fue la famosa frase que dijo César al cruzar el Rubicón, el río que le separaba de territorio romano. No es que fuera un lugar estratégico, pero sí significaba una afrenta directa al sistema republicano que seguía Roma. Comenzaba con ese paso la Guerra Civil de la que Julio César saldría victorioso cuatro años después tras caer derrotado Pompeyo en la batalla de Farsalia.

Julio César era el nuevo Emperador de Roma, dictador perpetuo, y aunque su firmeza y gobernabilidad seguía siendo la misma, en consecuencia con sus propias ideas, sin embargo, los rumores de que iba a proclamarse Rey de Roma se hicieron cada día más fuertes.

La idea de nombrarse Rey nunca podrá saberse si era cierta, pues fue asesinado antes, pero lo cierto es que Julio César comenzó a mostrar hechos que así parecían demostrarlo. Su admiración a Alejandro Magno, de ideales similares, su soberbia y negación a levantarse para recibir a los Senadores, a los que recibía sentado, como si estuviera en un trono, la colocación de una estatua suya en el templo de Quirino con un corto mensaje que decía «al Dios invicto», el frontón de su casa del Palatino sólo reservado a los dioses… era una halo sagrado del que se estaba rodeando y que parecía situarlo por encima de los nobles romanos. Y eso era algo que éstos últimos no parecían dispuestos a soportar. No querían perder un ápice de sus derechos, y de ese modo, los nobles comenzaron a reunirse para conjurar.

Casi 60 conspiradores se contaron entre los conjurados, todos nobles, y muchos de ellos, incluso «amigos» de César. Los principales fueron Marco Bruto, Casio Longino y Décimo Bruto.

Julio César había sido advertido del peligro que corría. Incluso un extraño presagio en forma de sueño sobrevoló su propia casa, pero aún así, aquel 15 de marzo del año 44 a.C., en los idus de marzo, se dirigió con paso firma al Senado antes de partir en su guerra contra los partos. Una vez dentro, poco a poco los senadores se le fueron acercando y rodeándole. Entonces sacaron sus dagas de debajo de las túnicas y lo apuñalaron. Hasta veintitrés heridas se le contaron en el cuerpo, y aunque en un principio luchó por su vida, fue la visión de Bruto asestándole la puñalada la que más se le hundió en el corazón, pues lo consideraba como a un hijo.

Cuenta Suetonio en su obra «Los doce césares» que tras huir los conspiradores César quedó por algún tiempo tendido en el suelo hasta que tres esclavos lo transportaron en litera hasta su casa donde Antiscio, su médico, determinó que sólo la segunda las heridas, la del pecho, había sido la mortal. No pudieron consumar su conjura pues los conspiradores además pretendían arrojar su cuerpo al Tíber y anular sus disposiciones, pero la presencia de Marco Antonio y Lépido les aterró y obligó a salir huyendo.

Con Julio César, a sus 56 años, desapareció la que fue la personalidad más influyente del Imperio Romano, aquel a quien la Historia unió para siempre a la grandeza de Roma.

Publicado en: Edad Antigua, Historia de Roma

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3 comentarios

  1. Rosa dice:

    Hola! Felicitarte por el artículo y decirte que me parece muy interesante la vida y el tiempo en que vivió y gobernó Julio César.

    Increíble la falta de agradecimiento y educación del «niño» que dice que esto es una «Biblia» para él y que no lo entiende, madre mía qué mal ha hecho la «generación-búscalo en Google».

    Un cordial saludo,

    Rosa.

  2. Javier dice:

    Siento que no te guste, pero como entenderás ésto no se ha escrito exclusivamente para que tú puedas presentar un trabajo en el «cole» lo más breve posible, y que nosotros te saquemos la nota, sino para gente que está realmente interesada en el tema.

    Un saludo.

  3. guada dice:

    no me sirve pedi algo breve qpart de breve no entiendn esto es cmo la biblia para leer y no tngo tiempo!

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