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El oro nazi

Los horrores que durante su estancia en el poder perpetró el régimen nazi parecen no tener fin y siguen escandalizando al mundo entero. El terrible exterminio de los judíos por parte de estos es el más descorazonador y el más conocido de todos ellos y, sin embargo, seguimos conociendo hechos colaterales que ayudan a completar la macabra estampa.

Uno de ellos es el conocido como el del “oro nazi”. A principios de la década de los años 40 el yugo alemán sometía sin piedad a media Europa, asesinando al pueblo judío y despojándolos de todas sus pertenencias de valor; estos objetos pasarían a ser bien atesorados o bien a ser fundidos en lingotes, proporcionando al gobierno alemán la ocasión de acaparar un importante patrimonio que les permitiría los gastos que estaba ocasionando la guerra, modernizar su aparato militar y, del mismo modo, en caso de una hipotética derrota ser capaces de rearmar el partido.

En este sentido, a medida que la Segunda Guerra Mundial iba avanzando hacia su final, los alemanes decidieron trasladar gran parte de este oro y del resto de elementos de valor fuera de Berlín, ya que la ciudad estaba siendo destruida por los sucesivos bombardeos.

La mayoría fueron trasladados a Merkers, una mina de sal situada en la Alemania Central. No obstante, el 4 de abril de 1945 la ciudad fue invadida por las tropas norteamericanas quienes, tres días después, encontraron el lujoso alijo escondido. El tesoro estaba compuesto por oro, plata, platino, pagarés, etc… todo ello valorado en unos actuales 500 millones de euros.

Ya en la actualidad, concretamente en diciembre de 1997, diversos historiadores y estudiosos provenientes de 41 países se reunieron en Londres para tratar este asunto del oro robado por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La conferencia tuvo como resultado el deber de crear un fondo intergubernamental para compensar a los 300.000 judíos supervivientes; sin embargo, tan sólo 8 Estados se comprometieron a contribuir a dicho fondo.

Foto Vía: Surface to Air