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La Primavera de Praga de 1968

Damos un pequeño salto en el tiempo hasta la década de 1960. En aquellos años Europa del Este estaba bajo dominio soviético. Un claro ejemplo de ello era Checoslovaquia, nación controlada por los soviéticos quienes ocuparon el país durante la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, en la década de los 60 surgió un nombre, Alexander Dubcek, de origen eslovaco, y las cosas cambiaron…

En enero de 1968 Dubcek llegó al poder, comenzando así lo que más tarde fue conocido como la Primavera de Praga. Las ideas reformistas de Dubcek eran claras: la población checa necesitaba más libertad ante las estrictas normas impuestas por el régimen soviético. En esa época no había ni libertad de expresión ni libertad de prensa.

Según el propio Dubcek, sus ideas se resumían en tener un socialismo con rostro humano. Los medios de comunicación comenzaron a funcionar con fluidez, y la televisión y la radio por fin podían dar opiniones políticas. A muchos hoy en día ésto nos parece algo lógico, pero para la Checoslovaquia de 1968 esto suponía un paso adelante gigantesco.

Los periódicos llegaron a publicar incluso el nombre de los funcionarios corruptos del gobierno. Todo parecía funcionar en favor de Dubcek. La URSS estaba expectante ante los hechos que venían ocurriendo ya que su hegemonía comenzaba a tambalearse, y los demás países de la Europa del Este estaban muy atentos a lo que sucedía en Checoslovaquia.

Pero no sólo la URSS no veía con buenos ojos las reformas de Dubcek. El bloque comunista de la Guerra Fría, con los Cinco de Varsovia a la cabeza, URSS, Hungría, Bulgaria, Polonia y la RDA, comenzaron a recelar de Dubcek. Tanto es así que las cosas fueron complicándose cada vez más.

La pólvora estalló el 20 de agosto de 1968, cuando más de 200.000 soldados y 2.300 tanques del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia, acabando así con la Primavera de Praga, que apenas duró ocho meses. La invasión apenas duró un día, y las fuerzas checoslovacas no pudieron hacer nada por evitarla. El propio Dubcek llamó a su pueblo a no resistir, a pesar de que sucedieron algunos episodios violentos en las calles.

Esta invasión provocó una ola de emigración en todo el país sin precedentes. En los días posteriores a la invasión se marcharon más de 70.000 personas, y hasta la década de 1970 habían abandonado Checoslovaquia más de 300.000.

A pesar de que la Primavera de Praga duró apenas ocho meses fue un acontecimiento simbólico que sirvió para que muchos países comunistas de Occidente comenzaran a alejarse de las ideas de la Unión Soviética. Tanto la literatura como el cine le han dado también mucha repercusión a este episodio de la historia del siglo XX. Una frase de Pablo Neruda la resume: «Podrán cortar todas las flores, pero no detendrán la primavera». El próximo 20 de agosto se cumplen 42 años del fin de la Primavera de Praga.

Foto Vía Agaudi