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Cleopatra, última reina del antiguo Egipto

Cleopatra sabía lo que quería, y lo mejor de todo, sabía cómo conseguirlo. Por algo fue uno de los personajes más ilustres y notables de nuestra historia antigua. Cleopatra no era romana, ni tampoco egipcia, como muchos podáis pensar. Su nombre real fue Cleopatra VII Philopator, y fue el último miembro de la dinastía ptolemaica, y el último gobernante griego de Egipto.

La dinastía ptolemaica, como su nombre indica, fue iniciada por Ptolomeo, general de los ejércitos de Alejandro Magno, nombrado gobernador tras la muerte del legendario conquistador. Este nuevo puesto le hizo autoproclamarse rey de Egipto, hecho que los egipcios acogieron de buen grado después de que Ptolomeo abrazara la cultura egipcia.

Cleopatra, aunque fuera interpretada en el cine por una bellísima Elizabeth Taylor, no tenía unos grandes atributos físicos, sino que más bien atraía a los hombres por su encanto, su ambición y su intelecto. Estas cualidades fueron las que ayudaron a cambiar al imperio romano y su expansión. Cleopatra luchó para proteger a su amado Egipto, no a través de su ejército debilitado, sino con sus conquistas amorosas, con la idea de mantener a su país independiente, y sobre todo, asegurar que su estirpe continuara reinando sobre las arenas egipcias.

Cleopatra siempre ha sido un icono histórico entre las mujeres, y sobre todo en la historia romana, porque en absoluto ejercía el tradicional papel de la mujer de su tiempo, sino que se enfrentaba a la arrogancia y a la crueldad de los legendarios jefes militares. Fue esposa, pero nunca una subordinada, una concubina, pero nunca una esclava sexual. Cleopatra era mucho más que eso, era una mujer inteligente, intelectual, atributos que en aquella época se pensaba que sólo eran propios de los grandes hombres.

Sabía muchos idiomas, incluido el latín y el egipcio, y apenas necesitaba de traductor para establecer relaciones diplomáticas. Fue lo suficientemente inteligente para mantener a Egipto a su lado, fuera de las garras del poderoso imperio romano. Su hermano y co-gobernante del trono egipcio, Ptolomeo XIII, sólo quería la llegada de Roma, cosa que Cleopatra siempre trató de impedir con su astucia.

Cuando Julio César llegó hasta Egipto, Cleopatra se enrolló sobre una alfombra, para mostrarse como regalo al César. Seductora y cautivadora, logró embaucarlo, e incluso llegó a tener un hijo con él, Cesarión. Era la mejor forma de librarse de la pesada carga de su hermano Ptolomeo XIII, y conseguir la libertad para su amado Egipto.

Tras el nacimiento de su hijo, César y Cleopatra se fueron a vivir a Roma. Vivir en la capital del imperio no era fácil para ella. La colocación de una estatua en su honor en el templo de Venus causó indignación entre los ciudadanos romanos. En consecuencia, una cadena de acontecimientos comenzó a alterar el curso de la historia romana para siempre. Todo ello desembocó en el asesinato de Julio César en marzo del año 44 a.C.

Más adelante os contaremos algo más de esta mujer excepcional…