El Romanticismo, corriente artística y cultural

Pescadores en el mar, de William Turner

Los sentimientos sobre la razón. Es la base del Romanticismo, una corriente artística y cultural que, aunque surgida a finales del siglo XVIII, vivió su auge en la primera mitad del XIX, cuando supo imponerse como la nueva expresión del arte entre la clase burguesa de la época.

Atrás quedaban la fuerza de la razón, y las teorías de los Ilustrados. Atrás quedaba el Neoclasicismo, la corriente a la que prácticamente sustituyó. La nueva realidad social de aquel siglo XIX derivaba en una cultura burguesa con nuevos valores y formas de ver la vida y de relacionarse. La familia era la base de aquella nueva sociedad, la exaltación de los valores familiares y de las relaciones sociales. El teatro y la ópera vivieron años felices. Eran lugares de encuentros de la alta sociedad, como los parques, y los boulevares eran de las clases menos pudientes. Se comenzaron a formalizar las reglas del trabajo y surgió una nueva clase obrera. Se potenció la educación y se intentó mejorar la libertad de prensa de modo que empezó a hablarse de la «opinión pública».

Era un contexto intensamente social, y el Arte, primer espejo de la moralidad y los gustos de la sociedad de todos los tiempos, tenía que adaptarse a ello.

Tal variedad de conocimientos, la apertura de la cultura en sí misma, hizo que el Romanticismo no tuviera unos cánones formales por la que definirla. No había una uniformidad de estilos como el propio Baudelaire se encargó de apostillar «Hay tantas interpretaciones del Romanticismo como románticos». Para categorizar al Romanticismo, para comprenderlo, habría que sentar las bases comunes de las diferentes corrientes de la época y entender que no se trataba solo de un estilo artístico sino de una actitud ante la vida.

La constante de todo romántico era su propio individualismo. Se intentaba destacar lo que era diferente, lo único, lo individual. Es por eso que el Romanticismo sirvió de apoyo a la idea de los nacionalismos, entendidos éstos como vuelta a las raíces comunes, a las tradiciones o las propias lenguas.

Era además una época de apertura y, por tanto, el Romanticismo debía luchar por la libertad: libertad de prensa, libertad de opinión, libertad política o creativa. Por eso, en sus primeros años hubo de enfrentarse a los rígidos corsés de la sociedad anterior.

La razón quedaba atrás y aparecían en las obras los sentimientos. Se buscaba con los cuadros, con las esculturas, con las obras en general, expresar, y que esos sentimientos expresados llegaran al espectador y le provocara nuevos sentimientos.

Por tanto, la armonía y la perfección utópica que se defendía en estilos anteriores quedaba atrás. El Romántico era más real. Buscaba cosas instántaneas, momentos acaecidos, naturalezas que mostraran su fuerza y poder.

Si pensamos en el Romanticismo, sin duda, los primeros artistas románticos que se nos vendrán a la cabeza serán músicos. Fue en la música donde mejor se expresaron todos estos cánones mencionados. El gran Beethoven fue el mejor representante del Romanticismo, como después lo fueron también Chopin, Schumann, Schubert, Liszt o Brahms. Dentro de este género, y como mejor ejemplo, de la fuerza del romanticismo, dejaría como nombre destacado el de Richard Wagner, cuyas óperas se han convertido en grandes nombres de este estilo.

Oficial de Cazadores de Gericault

En la pintura su máximo representante fue Géricault, cuya obra, «Oficial de cazadores» que podéis ver en la imagen superior es un perfecto ejemplo de lo que significó este estilo: movimiento, fuerza, y unos colores que representan ambientes cargados e intempestivos. Junto a Géricault habría que mencionar a Eugene Delacroix, al inglés Blake o a John Constable, entre otros. La foto del comienzo del artículo pertenece al cuadro «Pescadores en el mar» de William Turner.

De la literatura destacaría a Goethe y su Fausto, a Schiller, a Chateubriand, al inmortal Victor Hugo con sus «Miserables», al dramático Lord Byron o al aventurero Walter Scott con su «Ivanhoe».

Los intensos acontecimientos sociales y políticos ocurridos a lo largo del siglo XIX desembocaron en una mayor cercanía aún con la realidad. A partir de mediados de este siglo comenzaría a quedar atrás el Romanticismo para dar paso a un nuevo estilo: el Realismo.

PARA CONOCER MEJOR EL SIGLO XIX

Publicado en: Edad Contemporanea

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