Los Suevos y Visigodos en la Península Ibérica

Hispania

En el siglo V el debilitamiento del Imperio Romano era ya muy evidente para todos. Tanto es así que las tribus bárbaras no aguantaron más la tentación, y comenzaron a invadir el Imperio de Occidente que tantos siglos les había costado a los romanos. Una de estas tribus bárbaras que acometió dicha empresa eran los suevos.

Fue en el año 406 cuando estos suevos cruzaron los Pirineos con un ejército de 30.000 hombres. En poco tiempo se asentaron en las tierras del norte de Iberia, como la actual Galicia y el norte de Portugal. Su rey Hermerico inició una serie de rápidas conquistas, eligiendo la ciudad de Augusta Bracara, la actual Braga portuguesa, como base de su nuevo reino.

A partir de aquí fueron conquistando nuevas ciudades en la Península, hasta entonces romanas. Los romanos se dieron cuenta de que poco o nada podían ya defender e iniciaron una serie de trámites legales con los suevos para poder convivir en las mismas tierras, a cambio de una serie de concesiones.

Sin embargo, en el año 416, la provincia de Iberia, ya bastante poblada con ciertas tribus bárbaras como los vándalos y los alanos, recibieron la llegada de una nueva tribu, los visigodos. Esta llegada hizo que, desde el primer momento, todos entraran en conflicto, ya que a los visigodos no les gustaba demasiado eso de compartir territorios, sino que llegaron con la intención de apoderarse de todo en exclusiva.

Precisamente en el año 418 los visigodos derrotaron a los suevos en sus luchas internas, por lo que estos últimos se vieron obligados a atrincherarse en las tierras de Galicia. De todas maneras esto no amedrentó a los suevos, sobre todo cuando los vándalos y los alanos abandonaron Iberia rumbo al norte de África. Aún así, los visigodos continuaban manteniendo a raya a los suevos.

A partir de ahí un pequeño tratado de paz hizo que ambas tribus se respetasen durante unos años. En ese momento los romanos aprovecharon para pedir a los suevos ayuda en el conflicto que tenían con los hunos. Sin embargo, como todo hacía presagiar, el tratado de paz entre suevos y visigodos no duró mucho tiempo, ya que las ambiciones de ambas tribus por controlar Iberia eran máximas.

Todo explotó cuando los suevos se convirtieron al catolicismo y los visigodos se aliaron con la herejía arriana. Al convertirse al catolicismo, el rey suevo Chararico quiso aliarse con los francos, otro pueblo católico, pero fue en vano. Mientras negociaba, el rey visigodo, Leovigildo, se dio cuenta de los problemas que le traería a su tribu la unión de suevos y francos, e inició la guerra antes de que fuera demasiado tarde.

Era el año 576. La guerra se extendió durante diez años, tiempo más que suficiente para que los visigodos aprovecharan las divisiones internas de los suevos para derrotarlos y acabar expulsándolos de la Península Ibérica. Allá por el 587 la tribu de los suevos desapareció arrasada por los visigodos, que quedaron como señores de la Península Ibérica.

Publicado en: Edad Media Alta, Historia de España

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3 comentarios

  1. roxana dice:

    a mi tanbien me gusto

  2. hgbJIKAKK dice:

    para mi me gusto es para motivar a los jovenesa investigar mas……

  3. hgbJIKAKK dice:

    no me gusto jjjajaaja 3:)

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